La "crisis" del PP

jueves, 15 de mayo de 2008

El pasado 9 de marzo, día de las elecciones generales en las que el PSOE volvió a triunfar, escribí estas líneas en el blog:

"La multitud de guerras internas que existen en las filas populares, ya no sólo a nivel nacional, con la vieja guardia y los nuevos valores, sino también a nivel institucional donde a muchos líderes autonómicos se les ha prohibido pactar con otros partidos para gobernar, harán que el PP vaya en declibe.........Si se convocan unas primarias, que lo dudo, el resultado no será aceptado por el resto de candidatos y se producirá una revuelta que ya veremos sino termina en la disolución del partido."

Dicho y hecho. El principal partido de la oposición, ese que debería ser el más fuerte para poder disputar al actual Gobierno el poder, valor supremo de una democracia, es el más débil. Tras las elecciones y los cantos de sirena que llegaban a Génova, proclives a una renovación total de los populares, Mariano Rajoy, presidente del partido y candidato en las elecciones, decidió hacer dicha renovación. Pero creo que lo entendió mal. La renovación tenía que haber empezado por él. Así de fácil. Que el PP perdiera las elecciones no es culpa de Eduardo Zaplana, al que relevó como portavoz del PP en el Congreso, ni de Ángel Acebes, que se marchó por el poco poder que como Secretario General estaba teniendo, ni tampoco por María San Gil. Rajoy tuvo en sus manos dar la vuelta a la tortilla y proclamarse vencedor tras dos debates "cara a cara" con Zapatero. Pero no lo hizo, y por tanto, tras dos DERROTAS frente al líder socialista, debería haber sido él quien se fuera.

Rajoy comenzó una renovación que demandaban las bases del partido desde el segundo nivel cuando debería haber comenzado desde el primero. Quitarse de en medio y convocar las primarias era la única solución que le quedaba para seguir conservando el respeto en el principal partido de la oposición, y quién sabe, si poder aspirar en 2012 a la carrera presidencial de nuevo. Pero no. El primero que tuvo la honradez de tirarse del barco fue Eduardo Zaplana. Mucho se le ha criticado al ex-portavoz del PP en el Congreso, pero sorprendentemente, fueron sus enemigos los primeros que salieron a defenderle con declaraciones siempre a favor de su calidad como político. Después saltó la noticia de que Ángel Acebes también dejaría la secretaría general. El segundo hombre más importante en el partido lo dejaba todo. Y otro mar de críticas sacudió Génova. Me cuentan que los dos se fueron decepcionados con Rajoy, por apartarlos de la primera línea, y con suculentos contratos millonarios en los bolsillos de grandes empresas. También para esto sirve la política. Para hacer contactos y asegurarte un futuro más que prometedor.

Pero la última sacudida popular ocurrío esta misma semana. María San Gil, líder popular en el País Vasco, anunció que se retiraba de la Ponencia Política del PP. Y lo hizo porque no estaba de acuerdo con las nuevas tesis que inundan al partido de la gaviota. La renovación parece que se va a llevar a cabo hasta los últimos fines, y ahí, es donde San Gil, una de las personas más influyentes y mejor valoradas dentro del partido, se ve decepcionada y traicionada.

Si tras las salidas de Zaplana y Acebes se produjeron multitud de declaraciones deseandoles lo mejor y valorando favorablemente su participación en la política, la demarcación de San Gil de la ponencia ha tenido otro resultado, críticas hacia la Dirección del PP por permitir esta salida. María San Gil es necesaria en la política nacional. Tanto en el País Vasco como en el PP, y mucho debe aprender la nueva hornada que gobernará Génova de esta líder popular que nunca jamás ha traicionado sus convicciones ni sus ideas, síntoma de saber muy bien para qué está en la política.

1 comentarios:

Juan Gestoso dijo...

muvhas verdades en este artículo...sólo Esperanza es capaz de reflotar el partido y hacer que la derecha vuelva al poder.

 
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