Los periodistas deportivos

jueves, 24 de julio de 2008

Ante el atropello que sufrimos desde tiempos inmemorables respecto a nuestro trabajo, los periodistas deportivos siempre hemos sido objeto de innumerables críticas. Estoy harto de escuchar siempre lo mismo: "Ojalá yo tuviera ese trabajo, todo el día viendo fútbol y pasándomelo en grande y que encima me paguen por ello". Joder, pues ahí está. Que todo el que quiera ser periodista deportivo sólo tiene que estudiar una carrera de cinco años (en el mejor de los casos) y que algún medio de comunicación le quiera.

Sobre el periodista deportivo recaen ciertos prejuicios. Hay quien considera que la principal característica del periodista deportivo es que le regalan entradas para el fútbol y demás acontecimientos, hecho que marca una vida de alegría, despreocupación y eterna adolescencia que se refleja en un cerebro a medio cocer.

Según esta opinión, el periodismo deportivo sería un buen compañero de fiesta, pero sus juicios no se tomarían muy en serio, por la temática (banal) y por los autores de la cosa (generalmente trasnochadores). No negaré que conozco a compañeros que responden al arquetipo, pero no son mayoría (absoluta, al menos) y jamás me regalan entradas. Sin embargo, hay otros muchos cuyas inquietudes generales responden a las de la gente de su edad y aquí hay gente de todas las edades y cortes de pelo. Es evidente que el deporte (la información deportiva) no tiene influencia en la economía o la política internacional, pero no debería ser menospreciado por tratarse de un entretenimiento, cuando lo son también el cine o el teatro, sin que a nadie se le ocurra subestimarlos por eso. Entiendo que el objetivo del periodista deportivo debe ser contestar al prejuicio con calidad en los temas y elegancia en las formas. Y en eso andamos. Palabra de Juanma Trueba.

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